lunes, 12 de septiembre de 2016

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS: ¿TAMBIÉN SON ACTORES?


Los ciudadanos acceden a lo que ocurre en su ciudad, su país o en el mundo a través de los medios de comunicación de masas. Resulta sorprendente pensar que alguna vez no hayan existido la televisión, los periódicos o la radio. Es impensable hoy para muchos vivir sin alguno de estos medios de comunicación, puesto que cumplen importantes funciones en la vida cotidiana de los ciudadanos y en su relación con el sistema político. Gracias a ellos, nos informamos sobre lo que sucede; conocemos lo que hacen los gobernantes (o lo que dejan de hacer); accedemos de manera inmediata a lo que está pasando en cualquier sitio del planeta; cotejamos una información entre múltiples fuentes; nos movilizamos por una causa justa y defendemos los derechos sociales y políticos de alguien que se encuentra muy lejos. Aún cuando los medios suelen apropiarse de la voz de la opinión pública, indicando que son sus representantes, en la práctica, no son elegidos por los ciudadanos, no los representan ni éstos pueden controlarlos directamente.

Por el contrario, salvo aquellos de propiedad pública, los medios de comunicación de masas son empresas privadas que sobreviven en función de la lógica del mercado, es decir, según sea su capacidad de venta. Cuando son de propiedad pública actúan como instituciones del Estado que transmiten una determinada política pública y muchas veces se convierten en vehículos de lo que el gobierno de turno quiere que los ciudadanos conozcan. En uno u otro caso, los ciudadanos son espectadores, con poca capacidad de interacción y cambio de aquello que los medios de comunicación les ofrecen. En el escenario mediático, los ciudadanos se comportan como describiera Platón en el Mito de las Cavernas respecto a los habitantes de “La República”: son meros espectadores de las imágenes que se proyectaban en la pared, con muy pocas posibilidades de ser actores de esas imágenes. El espectador no ve las cosas ni las situaciones reales sino hechos y situaciones ficticios, ve imágenes que se proyectan y que han sido seleccionadas para él. Las personas observan los dibujos en la pared y creen en esas representaciones, pero a diferencia de los cautivos de la caverna pueden decidir ir más allá o, sencillamente, no mirar hacia la pared.


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